miércoles, 19 de enero de 2011

Abocados a la marginación

Abocados a la marginación 
En los años 50 se vuelve a repetir la historia, pero esta vez en sentido contrario. En esta época se produce una verdadera transformación de la agricultura y la industria en general que de nuevo sitúa a los gitanos "fuera de juego", y de pronto se encuentran de nuevo fuera del sistema productivo. Sus oficios y habilidades ya no son necesarios. La incorporación de la maquinaria a la agricultura les pone en la tesitura de cambiar o marginarse. Pero ellos no estaban preparados para la nueva realidad o ¿quizás no querían estarlo? 
El caso es que el progreso de los demás significó el hundimiento, apenas comenzando, de una incipiente "clase acomodada" gitana, de la que de no detenerse ese progreso hubiesen surgido las vanguardias intelectuales y técnicas que toda minoría necesita para seguir existiendo en medio de una sociedad mayoritaria que no domina. 
Los gitanos se ven arrastrados por la industrialización y la modernización de las estructuras productivas que trajo consigo nuevos comportamientos sociales. 
En la medida que comenzaron a competir por los puestos de trabajo, comunes a los demás, en la medida que la nueva situación les obliga a convivir con los no gitanos, en los barrios, en los bloques de piso, etc., se encuentran con el rechazo de una sociedad que no los aceptaba y cuyas frustraciones cada día más agobiantes, encuentran en el desprecio a los gitanos una válvula de escape. 
A pesar de todo, y como única herencia de esa "Edad Dorada" de los gitanos en España, hoy existen un buen número de descendientes de aquellas familias que tienen formación universitaria, otros que son profesionales en diversos sectores y una mayoría que lucha cada día por ganarse la vida de la forma más digna posible, en medio de un sin fin de dificultades de todo tipo, fruto todas ellas de los recelos, de los prejuicios y de las discriminaciones que sufren en todos los ámbitos de la vida. De ellos una buena parte se dedican a la venta ambulante en los mercadillos que cada día mueven una cuota mayor del comercio interior. 
Esa es una cara de la realidad de los gitanos españoles, la otra, la más conocida, es la que habla de miseria, de chabolas, de marginación total y absoluta, esa también existe, pero como consecuencia directa de un sistema económico y social que hace convivir el lujo más exagerado con la miseria más absoluta. Un sistema que hace compatible obras faraónicas de grandes museos y palacios de congresos con barriadas de chabolas donde las personas duermen junto a las ratas. Un sistema en fin que condena a millones de personas a vivir en la pobreza sin perspectiva ninguna de mejorar sus condiciones de vida. Entre esos millones de pobres hay muchos gitanos, y lo que es un verdadero milagro es que no estemos todos los que somos, pues todo nos empuja hacia ese lugar. 

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